miércoles, 28 de enero de 2009

“El chico que se niega a morir”


21

Hacía frío, y aparte estaba completamente acabado luego del entrenamiento; Damián no sabía que era o que la había pasado al entrenador, pero a su parecer se le había pasado la mano… quizás frente a la inminencia del campeonato nacional.
El chico tomó su bolso y salió de los vestidores, despidiéndose de todos sus compañeros del equipo de remo. Era hora de salida, todos volvían a sus hogares, incluido él.
- ¿Alo?- contestó Damián su celular
- >¿Damián?(estática), soy yo tu hermano<- se escucho del otro lado de la línea
- ¿Cristóbal?- dijo extrañado el chico- se escucha pésimo
- >Es que estoy un tanto… alto<- respondió su hermano
- Ah, entiendo- dijo Damián- ¿qué pasa?
- >Apúrate, voy llegando al Miramar<- dijo serio su hermano- y llama a los otros
- ¿Y pa’ qué?- inquirió extrañado el chico espigado
- >Porque… (estática)… estamos en peli… (estática)<- alcanzó a decir Cristóbal antes que se cortara la comunicación
- ¿Alo, alo?- dijo Damián, antes de guardar su teléfono celular

Hoy, ni su madre ni su hermano lo vendrían a buscar, estaban evidentemente muy ocupados hoy. Se tendría que ir a pie. Era un tanto largo el viaje, pero tenía que pagar el haber olvidado su billetera.
Caminó un poco y noto algo extraño; no estaba solo, lo estaban siguiendo. Una camioneta negra como la que vio aquella mañana, le seguía los pasos desde hace unos cinco minutos, desde un cruce en el camino.
Aceleró un poco los pasos hasta que en un paradero encontró un colectivo parado, esperando pasajeros. La camioneta se detuvo.
Tras convencer al colectivero que le pagaría al llegar a su destino partieron. La camioneta negra aceleró hasta quedar al lado del vehículo, Damián no podía contemplar el rostro de su persecutor, pero suponía la identidad. Los rostros de la gente aquella mañana había que dado grabada en su memoria.
- Pareces ser una buena persona- dijo el conductor
- ¿Perdón? – dijo extrañado Damián
- Sí, te digo- respondió- pero esos tipos pagan bien, y tengo una familia que mantener…
- ¿Qué?- alcanzó a decir cuando noto que la camioneta negra había cerrado el camino, y el colectivo estaba bajando la velocidad.
Damián se sintió encerrado. Por un lado el vehículo y por otro… ellos. No sabía qué hacer ni que decir, solo una loca idea pasó por su mente. Con el pie, pisó fuertemente el acelerador del vehículo, haciendo que se estrellara violentamente contra la camioneta negra, causando una gran explosión…
De entre el fuego y los fierros retorcidos, salió Damián, envuelto en llamas, con su cuerpo calcinándose poco a poco. Se lanzó al suelo, apagando las llamas, para que su extraña habilidad hiciese lo suyo… y lo hizo, con cada vez más rapidez, se regeneraron todas las heridas y quemaduras. Con un grito de dolor, se sacó un fierro que tenía enterrado en el brazo izquierdo, enderezó su pierna quebrada, con más dolor aun y viéndose bien, comenzó a caminar.
Estaba exhausto. El dolor al cabo de media hora había acabado, ahora sólo era cansancio. Estos ataques eran cada vez peores y ya estaba harto. Sacó su teléfono celular para llamar a su hermano y notó que estaba completamente calcinado, lo botó y continuó su camino.
En otra esquina, encontró una camioneta igual a la anterior. En el momento que estuvo al alcance visual de ellos, partieron en su persecución… nuevamente
Damián comenzó a correr despavorido por la carretera, sintiendo las balas en su espalda, hasta que una impactó su pierna izquierda, haciéndolo caer.
- Sé que eso no te matará- dijo una voz cerca de él- ya lo hize una vez ¿Recuerdas? Eres el chico que se niega a morir
- Obvio- dijo Damián asustado, notando que estaba rodeado de esos soldados que ellos tenían
- Yo no soy tan suave como Bernard- dijo el tipo- no pregunto si vas por las buenas o por las malas, ¡Ponte de pie!
- Está bien- dijo resignado el chico, notando que su pierna ya estaba sana y la bala en el suelo
Caminaron hacia la camioneta negra, cuando de repente, aparecieron tres personas de la nada, eran Anthony, su hermana Belén y un tipo que Damián no conocía
- El del medio y el de la izquierda tienen un 73% de probabilidades de disparar con éxito, el resto menos de un 25%- dijo el joven que estaba junto a Anthony
- Gracias Cuadra- dijo, antes de hacer un gesto con la mano, haciendo volar a los soldados que Francisco, su amigo le había indicado- Damián, ven
- Apúrense, vienen más- dijo Belén, viendo que bajaban más soldados desde otra camioneta
- Si lanzas la camioneta vacía en un ángulo de 35 no habrá explosión inmediatamente, lánzala así mejor Bily- aconsejó Francisco
- ¿Cómo puede saber eso Bily?- preguntó extrañado Damián
- El sabe lo que dice- respondió Anthony, mientras lanzaba la camioneta con la mente- y es de los buenos, eso es todo lo que necesitas saber
En ese momento, la camioneta cayó de cabeza sobre la otra con gran estruendo, pero sin explosión inmediata, tal y como Francisco había calculado. Los soldados poco a poco estaban siendo neutralizados por Anthony, quien por lo visto, había estado practicando.
- ¿Quién es él?- pregunto Damián
- Damián- Cuadra, Cuadra- Damián – dijo Anthony mirando a sus amigos- suficiente presentación
- Sí, vámonos- dijo Belén- yo les doy… digamos un aventón, todos tóquenme el hombro
- A ver…- dijo Cuadra cerrando los ojos- 100% de llegar con éxito
- Ok vamos- dijo Belén sonriendo
En ese instante, desaparecieron del lugar instantáneamente. Estaban siendo teletransportados por la habilidad de Belén. Seguramente ya estaban a salvo. Por ahora al menos.
Aquella calle permaneció en silencio por unos instantes, sólo se escuchaban los gemidos de los soldados, acribillados por fracturas y azotones. Los chicos habían triunfado esta vez, pero quizás mañana no pasaría lo mismo.
Las dos camionetas impactadas, luego de unos minutos hicieron explosión, haciendo que el lugar quedara envuelto en llamas. Las cuales nunca habían significado algo bueno.

***

martes, 6 de enero de 2009

"Atrapame si puedes"


20


Había pasado un tiempo desde que supieron algo, desde la junta, la vez que los chicos fueron atacados por ellos. Sean quienes hayan sido no venían con buenas intenciones.
Eduardo se encontraba en la casa de Cristóbal y Damián, por lo menos durante fin de semana. Su familia se encontraba de viaje, un repentino viaje. El chico había encontrado una nota sobre la mesa, que decía:"Nos vamos para el sur, volvemos pronto. Mamá". Estaba solo de nuevo.

- ¿No hay sabio na del Bily o del Parra?- preguntó Cristóbal sentado frente al computador
- No- respondió brevemente Eduardo- lo llamé y nadie respondió
- ¿A quién llamaste?- preguntó Cristóbal dándose vuelta
- A los dos- respondió- el cel del Parra suena como que no esta en servicio, el del Billy no contesta
- Mmm, que lata- dijo Cristóbal poco satisfecho- son días raros, ¿no crees Chino?
- ¿Por qué lo dices?- inquirió el otro chico levantándose del sofá donde estaba
- El ataque en la casa del Bily, estos poderes, la muerte de tu hermano…- respondió cerrando la cortina- ¿No habrá una relación entre todo esto?
- Lo había pensado- dijo Eduardo-, pero…
- Calmao’- interrumpió Cristóbal- llegó alguien, parece que mi Papá

Y estaba en lo cierto. Desde un automóvil blanco bajaba Julio Cortés, dejando a un individuo dentro del vehículo, entro a la casa. La noche seguía fría, al menos en ese aspecto, nada había cambiado, entre tantos cambios que sucedían en las narices de estos jóvenes, pero eso no era todo, algo venía, algo grande.

Julio sacó unos archivos de un closet, dejándolos en un bolso que el traía. Mientras tanto los chicos bajaron a recibirlo, cuando de repente sonó el teléfono de Julio.

- ¿Aló?- dijo el hombre contestando el celular
- Saludemos a tu viej…- alcanzo a decir Eduardo, antes que Cristóbal lo detuviera
- Shh- dijo Cristóbal- escóndete
- Ya- dijo Julio- transfieran a los individuos al Sector 2 del muelle Barón, acabo de dejar prisionero a Salvador… ¿Quién me dices?, el de lentes… invisibilidad… me reporto en una hora, bye.

En el momento que el padre de Cristóbal corto la comunicación, los rostros de Eduardo y del chico de melena eran de estupefacción. ¿Salvador?, ¿Prisioneros?
Los dos jóvenes, subieron lentamente a la habitación de Cristóbal, cerrando la puerta.

- ¿Escu-chaste bien?- dijo Eduardo, dubitativo
- Habló de prisioneros- dijo serió Cristóbal- el Salva y…
- Otros con poderes- completó Eduardo
- Exacto- respondió-quizás los están tomando a todos, quizás eso era lo que querían en la casa del Bily
- Pero tu Papa… ¿Involucrado en esto?- pregunto Eduardo, sentado en la cama de la habitación

Y se quedaron en silencio. Ese silencio sepulcral que solo se siente en los peores momentos, como cuando va a empezar un huracán. El silencio fue de tenido por una ráfaga de metralla que hizo añicos la puerta

- ¡Alto el fuego, imbéciles!- gritó Julio- no queremos herirlos, uno es mi hijo
- ¿Papá?- dijo asustadísimo Cristóbal, mientras Eduardo se lanzaba al otro lado de la cama
- Les aseguro que no saldrán heridos- dijo el padre del chico, extendiendo la mano
- ¿A dónde nos quieres llevar?- grito Eduardo, saliendo de su escondite
- A ti, a ningún lado Eduardo- respondió Julio- no nos eres útil, sáquenlo muchachos
- Alto- dijo Cristóbal, interponiéndose entre los soldados y su amigo- voy, por mi propia cuenta, pero a él no le hagan daño, por el amor de Dios.
- Misericordioso, igual a tu madre- dijo guiñado una sonrisa- siempre supe que serías un gran hombre hijo, que estarías por sobre los demás
- ¿Por lo de volar dices?- preguntó Cristóbal, acercándose a la ventana, mirando de reojo un trozo de madera y a Eduardo. El asintió, había entendido el plan.
- No sólo por eso hijo- respondió- volar, se te fue entregado; pero la grandeza… hijo, eso lo llevas en la sangre
- ¿Puedo hacer una pregunta, Papá?-dijo Cristóbal, ganando tiempo
- Si, dime- respondió Julio
- Donde me quieres llevar, ¿ ahí está también el Salva, la Mamá del Parra y al Ángelo?
- Por eso digo que eres un genio- respondió riendo- sí, ahí están donde tu iras también
- Entonces- dijo Cristóbal, mirando a su amigo- atrápame si puedes…

Tras esa señal, Eduardo golpeó con fuerza a uno de los soldados, haciéndolo perder balance, en el mismo instante Cristóbal se elevó sobre el suelo, dando una embestida voladora, que lanzó a su padre y los soldados al suelo.

- ¡Ahora!- gritó Eduardo, abriendo la ventana
- Vamos- respondió Cristóbal, que sin tocar el suelo tomó a Eduardo, volando por el aire, fuera de la casa, perdiéndose entre el nublado cielo de Curauma.
Julio logró levantarse, más los chicos ya habían huido. Permaneció unos tantos segundos mirando el cielo, hasta que un soldado le pasó un teléfono celular, era Bernard.

- Habla Cortés
- >¿Mordieron el anzuelo?<- pregunto Bernard, el tipo de barba, del otro lado de la línea
- Sí- respondió- de seguro irán a buscar a Damián, y luego al muelle
- >Buen trabajo Julio<- dijo Bernard-> que los soldado limpien el aérea, eliminen testigos y vuelvan a las instalaciones<
- Entendido, bye- asintió, acabando la conversación
Los soldados recibieron la orden, comenzando raudamente a reparar el sitio, de tal manera, que al cabo de unas horas parecía que nada hubiese pasado. Tan eficientes que no quedaron huellas, testigos o vecinos…La noche, ahora estaba un poco más cálida. Quizás la metralla, la acción, quizás… Pero de seguro que todo seguiría cambiando. Para bien o para mal, eso, solo Dios lo sabía.
***