martes, 6 de enero de 2009

"Atrapame si puedes"


20


Había pasado un tiempo desde que supieron algo, desde la junta, la vez que los chicos fueron atacados por ellos. Sean quienes hayan sido no venían con buenas intenciones.
Eduardo se encontraba en la casa de Cristóbal y Damián, por lo menos durante fin de semana. Su familia se encontraba de viaje, un repentino viaje. El chico había encontrado una nota sobre la mesa, que decía:"Nos vamos para el sur, volvemos pronto. Mamá". Estaba solo de nuevo.

- ¿No hay sabio na del Bily o del Parra?- preguntó Cristóbal sentado frente al computador
- No- respondió brevemente Eduardo- lo llamé y nadie respondió
- ¿A quién llamaste?- preguntó Cristóbal dándose vuelta
- A los dos- respondió- el cel del Parra suena como que no esta en servicio, el del Billy no contesta
- Mmm, que lata- dijo Cristóbal poco satisfecho- son días raros, ¿no crees Chino?
- ¿Por qué lo dices?- inquirió el otro chico levantándose del sofá donde estaba
- El ataque en la casa del Bily, estos poderes, la muerte de tu hermano…- respondió cerrando la cortina- ¿No habrá una relación entre todo esto?
- Lo había pensado- dijo Eduardo-, pero…
- Calmao’- interrumpió Cristóbal- llegó alguien, parece que mi Papá

Y estaba en lo cierto. Desde un automóvil blanco bajaba Julio Cortés, dejando a un individuo dentro del vehículo, entro a la casa. La noche seguía fría, al menos en ese aspecto, nada había cambiado, entre tantos cambios que sucedían en las narices de estos jóvenes, pero eso no era todo, algo venía, algo grande.

Julio sacó unos archivos de un closet, dejándolos en un bolso que el traía. Mientras tanto los chicos bajaron a recibirlo, cuando de repente sonó el teléfono de Julio.

- ¿Aló?- dijo el hombre contestando el celular
- Saludemos a tu viej…- alcanzo a decir Eduardo, antes que Cristóbal lo detuviera
- Shh- dijo Cristóbal- escóndete
- Ya- dijo Julio- transfieran a los individuos al Sector 2 del muelle Barón, acabo de dejar prisionero a Salvador… ¿Quién me dices?, el de lentes… invisibilidad… me reporto en una hora, bye.

En el momento que el padre de Cristóbal corto la comunicación, los rostros de Eduardo y del chico de melena eran de estupefacción. ¿Salvador?, ¿Prisioneros?
Los dos jóvenes, subieron lentamente a la habitación de Cristóbal, cerrando la puerta.

- ¿Escu-chaste bien?- dijo Eduardo, dubitativo
- Habló de prisioneros- dijo serió Cristóbal- el Salva y…
- Otros con poderes- completó Eduardo
- Exacto- respondió-quizás los están tomando a todos, quizás eso era lo que querían en la casa del Bily
- Pero tu Papa… ¿Involucrado en esto?- pregunto Eduardo, sentado en la cama de la habitación

Y se quedaron en silencio. Ese silencio sepulcral que solo se siente en los peores momentos, como cuando va a empezar un huracán. El silencio fue de tenido por una ráfaga de metralla que hizo añicos la puerta

- ¡Alto el fuego, imbéciles!- gritó Julio- no queremos herirlos, uno es mi hijo
- ¿Papá?- dijo asustadísimo Cristóbal, mientras Eduardo se lanzaba al otro lado de la cama
- Les aseguro que no saldrán heridos- dijo el padre del chico, extendiendo la mano
- ¿A dónde nos quieres llevar?- grito Eduardo, saliendo de su escondite
- A ti, a ningún lado Eduardo- respondió Julio- no nos eres útil, sáquenlo muchachos
- Alto- dijo Cristóbal, interponiéndose entre los soldados y su amigo- voy, por mi propia cuenta, pero a él no le hagan daño, por el amor de Dios.
- Misericordioso, igual a tu madre- dijo guiñado una sonrisa- siempre supe que serías un gran hombre hijo, que estarías por sobre los demás
- ¿Por lo de volar dices?- preguntó Cristóbal, acercándose a la ventana, mirando de reojo un trozo de madera y a Eduardo. El asintió, había entendido el plan.
- No sólo por eso hijo- respondió- volar, se te fue entregado; pero la grandeza… hijo, eso lo llevas en la sangre
- ¿Puedo hacer una pregunta, Papá?-dijo Cristóbal, ganando tiempo
- Si, dime- respondió Julio
- Donde me quieres llevar, ¿ ahí está también el Salva, la Mamá del Parra y al Ángelo?
- Por eso digo que eres un genio- respondió riendo- sí, ahí están donde tu iras también
- Entonces- dijo Cristóbal, mirando a su amigo- atrápame si puedes…

Tras esa señal, Eduardo golpeó con fuerza a uno de los soldados, haciéndolo perder balance, en el mismo instante Cristóbal se elevó sobre el suelo, dando una embestida voladora, que lanzó a su padre y los soldados al suelo.

- ¡Ahora!- gritó Eduardo, abriendo la ventana
- Vamos- respondió Cristóbal, que sin tocar el suelo tomó a Eduardo, volando por el aire, fuera de la casa, perdiéndose entre el nublado cielo de Curauma.
Julio logró levantarse, más los chicos ya habían huido. Permaneció unos tantos segundos mirando el cielo, hasta que un soldado le pasó un teléfono celular, era Bernard.

- Habla Cortés
- >¿Mordieron el anzuelo?<- pregunto Bernard, el tipo de barba, del otro lado de la línea
- Sí- respondió- de seguro irán a buscar a Damián, y luego al muelle
- >Buen trabajo Julio<- dijo Bernard-> que los soldado limpien el aérea, eliminen testigos y vuelvan a las instalaciones<
- Entendido, bye- asintió, acabando la conversación
Los soldados recibieron la orden, comenzando raudamente a reparar el sitio, de tal manera, que al cabo de unas horas parecía que nada hubiese pasado. Tan eficientes que no quedaron huellas, testigos o vecinos…La noche, ahora estaba un poco más cálida. Quizás la metralla, la acción, quizás… Pero de seguro que todo seguiría cambiando. Para bien o para mal, eso, solo Dios lo sabía.
***

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