martes, 13 de mayo de 2008

Revelaciones (segunda parte)

19

El viento arreciaba indolente. No como caricia, sino como latigazos de inseguridad y miedo de perder un ser querido. En otras palabras, una gélida tortura.
Los dos chicos caminaron apresuradamente desde el paradero hacia su destino. Daniel sabía que algo malo estaba pasando, lo había visto en sus visiones. Lo único que pensaba en este momento era encontrara a su amigo en casa, y que todo fuere un error, un agradable error.
Sebastián se acercó a la puerta de la entrada. Estaba abierta. La expresión del rostro del robusto varón cambió nuevamente al ver la situación. No había nadie en casa. Más, estaba todo revuelto, como si alguien hubiese estado buscando algo. Quizás…
- ¡Que mierda pasó acá hueón!- dijo Daniel al entrar
- Nada bueno- respondió sin expresión el otro chico- ¡Salva! ¿Alo? ¿hay alguien?
- Nadie hueón- respondió su amigo entrando a una habitación contigua
Ambos muchachos recorrieron las habitaciones de la casa sin encontrar un alma que los acogiese. Sólo encontraban las cosas revueltas, los cajones afuera. Sebastián se dirigió directamente al cuarto de Salvador, a ver si encontraba algo… Daniel lo siguió, pensando que, con su habilidad podría, hallarlo.
Sebastián halló algo que lo inquietó. El computador estaba encendido. En el monitor del aparato estaba la imagen “Ingrese su clave”, la cual Sebastián descubrió por casualidad la ultima vez que estuvo aquí. Mientras Daniel revisaba el cajón de un armario, donde sabía que Salvador guardaba las películas y las fotos que iba sacando. El mayor poder que tenían en este momento, era lo mucho que conocían a su amigo.
Daniel, de pronto, volvió a caer, siendo presa de otra visión. Esta ocasión, “Mojo” vio a cuatro hombres en esta misma habitación, quienes revisaban el lugar rezongando ya que “no la hallaban”. Luego de esto despertó. Sebastián, esta vez no se alarmó como la ocasión anterior. Pues ya sabía que nada malo le estaba sucediendo a su amigo. Él, solo se dedico a revisar el computador, buscando algo… lo que finalmente halló.
- Tengo algo- dijo Sebastián, al ver que Daniel despertaba
- ¿Ah?- dijo el otro chico, moviendo la cabeza para despertarse- ¿Qué encontraste?
- Conversaciones del MSN- respondió Sebastián moviendo el monitor hacia Daniel.
- Es con el Parra- dijo tras leer- ¿Y qué tiene de especial?
- Lee hasta el final po’ hueón- agregó “Mole”
- La pleno centro…- murmuró Daniel, pensando, refregándose los ojos.
- Igual el Parra anda terrible raro…- dijo Sebastián, con la misma expresión pensativa que su amigo.
Los dos muchachos echaron a volar su imaginación. Por sus mentes pasaron las más inusitadas teorías, hasta que tomaron la decisión más acertada. Darle una visita a Felipe.
Daniel seguía tratando de recordar quien eran las personas que vio en su visión. Una de las caras le era familiar, estaba seguro que lo había visto antes, no recordaba donde, pero lo conocía. Lo podía jurar.
El tránsito por las calles de Viña del Mar era escaso. Ya pocas personas quedaban deambulando por ahí. Sólo los dos muchachos, en extraño viaje, se dirigían a la calle por donde las pistas los guiaban, la casa de Felipe.
Como era de costumbre, no llamaron ni esperaron que saliese alguien. La confianza que existía en el grupo, los hacía simplemente entrar. No se escuchaba ni un alma en el patio, ni siquiera el perro les ladro cuando los vio entrar. Todo estaba inmerso en un crudo silencio.
Felipe estaba ahí sacando unos bolsos al patio cuando los vio llegar, su aspecto se veía cansado, como si no hubiese dormido. Los miró casi asustado, dejando uno de los bolsos en el suelo.
- Wena cabros ¿que tal?- saludó algo indiferente
- Hola po’ Parrita- respondió Daniel, algo inquieto
- Wena- respondió algo serio Sebastián, a quien en su cabeza le rondaba la idea de que algo andaba mal con Felipe. Se estaba comportando extraño desde el funeral de Mauricio.
- ¿Y en que andan’- preguntó el chico de lentes- a esta hora
- Pasábamos por acá- respondió Daniel- y entramos po’ hueón
- Pa’ saber sobre tu vieja- agregó Sebastián, encontrando la perfecta excusa para sacar información.
- Ahí pues- dijo haciéndolos entrar a la casa- en lo mismo no he sabido nada, y los pacos tampoco
- Pero…- dijo Daniel algo dubitativo- ¿Vas a seguir intentando?
- Mmm…- dijo Felipe levantándose del sillón- haré cualquier cosa por recuperarla
Sebastián, en ese momento, notó lo demacrado que estaba su amigo. Por las ojeras, los ojos hinchados y por la manera violenta con la que hablaba. Rasgo, poco común en al conducta de su amigo.
Felipe se paró y se apoyo en la mesa del comedor. Daniel noto que algo escribía en un taco de papel blanco, algo que desde esa distancia no podía leer. Luego de eso, el dueño de casa camino hacia la habitación del fondo, donde permaneció por un largo rato.
Los dos muchachos quedaron ahí, sin pistas sobre Salvador, y sin una respuesta a las dudas de Sebastián en respecto a la conducta de Felipe. No tenían nada.
Daniel se levantó y fue hacia la habitación. Donde estaba su amigo. El cuadro que vio ahí fue tétrico.
- Hazlo de una vez por todas- dijo Felipe, mirándose al espejo
- Pero ellos no aseguraron nada sobre mi madre- se respondió a sí mismo
- Aprovecha, llegaron solitos a nuestra casa- dijo Felipe, sonriendo, con un toco algo rasposo.
- Pero…- gruñó el chico de la fuerza, agarrándose la cabeza con ambas manos- tienen las fotos
- Con más razón aun- se respondió nuevamente, en ese diálogo demente.
- Parra- dijo Daniel- ¿Qué onda?
- Ah?- dijo Felipe, notando la presencia de Daniel- ¿Quieres saber por que?
Felipe se acercó al chico de las visiones, tomándolo por el cuello y lanzándolo contra el espejo, quebrándolo en mil pedazos. Sebastián, al escuchar el ruido corrió hacía el cuarto y vio el imprevisto espectáculo.
- ¿Quieres saber por qué Felipe lo hizo? ¿Por qué me necesita?- preguntó Felipe, refiriéndose a él en tercera persona; en el momento que tomaba una mano de Daniel y la ponía sobre su cara.
En ese instante, Daniel desfalleció en otra de sus visiones. Al tocar el rostro de su amigo, sintió una gran amargura, en la que vio como dos tipos tomaban a la madre de Felipe, apuntándola con una pistola. Luego vio Natalia y mucho fuego, mucha presión. Su mente no resistió la presión de aquellas visiones y Daniel, cayó inconciente.
Sebastián, desde la entrada de la habitación, alargó su brazo hasta Felipe golpeándolo de improviso, haciéndolo caer sobre Daniel. Luego, enroscó su brazo y parte de su cuerpo apretando a Felipe, quien seguía anonadado por la imprevista habilidad de Sebastián. Felipe tras forcejear un poco con su flexible amigo, se zafó de la captura y lo lanzó contra la muralla, haciéndola caer y pasar al otro lado, al patio.
- ¿Ahora tienen las respuestas que buscaban?- le gritó Felipe a la cara, acercándose al que estaba en el suelo, entre escombros.
Felipe se acercó a Sebastián y le lanzó el papel, ese que había escrito mientras conversaban, después de eso, le asesto un golpe en la cabeza tal, que le apagó las luces.
El chico agresor tomó una chaqueta y salió de la derrumbada casa. En el suelo había un pequeño pedazo de cristal roto, en donde vio su imagen, la de vista agresiva, llena de maldad en los ojos.
- No seré esclavo de nadie- dijo encendiendo un cigarro, rompiendo el cristal con el pie.
La noche se estaba cerrando de oscura y nublada. A duras penas se asomaba la luna menguante, como si temiese de lo sucedido. El frío se incrementaba, haciéndose frías púas que rajaban la piel y la carne, con el escozor propio de una tumba. Afuera un auto continuaba su marcha, luego de haber estado detenido ahí, por un largo lapso de tiempo. Los chicos no habían estado solos.

***

1 comentario:

Yoanita dijo...

Uhm...

me dejaste sin habla

:S

me dio un poco de risa
(no te lo niego) cuando lei tu
nombre en el cuento...

recorde eso de personalidad multiple
(q creo hablamos en la noche)

cuidate

me gusto...

bye bye

bexos