domingo, 9 de diciembre de 2007

La junta (segunda parte)

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12
Lo que parecía un auto, no era uno solo, eran varios; y lo que parecía una persona, eran varias. Los Cortés se inquietaron. Cristóbal miró por la ventana, y vio una imagen que lo perturbó: la misma Van que los había perseguido la otra noche.
De los vehículos, comenzaron a salir una gran cantidad de hombres armados, los que comenzaron a rodear el lugar. En medio de ellos, el tipo de barba, dirigiéndolos. Eran alrededor de veinte.
- Hay alguien afuera- dijo Cristóbal a su hermano
- Si caché- respondió Damián- ¿Son ellos?
- Sí- dijo su hermano mayor, mientras miraba por la ventana- lo son.
- ¿Qué hueá Caco?- preguntó Anthony, quien desconocía lo que estaba sucediendo
- Hueón, es el mismo auto que casi mata a la Belén- agregó Ángelo, corriendo hacia la ventan, con su velocidad característica.
- Eeee, ¿Qué pasa?- pregunto algo asustado Eduardo
- Miren- dijo tomando seriedad Damián- el otro día, trataron de matarme, pero no pudieron.
- ¿Cómo así?- preguntó Felipe, fingiendo no saber de que se trataba: ya había sido informado en la compañía.
- Así- respondió, cortándose con la uña el brazo, el cual se regeneró al instante- así no pudieron.
- Estos tipos- dijo agregando Cristóbal- no se quedaron ahí, lo intentaron de nuevo, ellos son, un tipo de barba y uno de gafas oscuras.
Un silencio sepulcral invadió a los chicos. Todos estaban pensando que hacer. Si se defenderse, si huir, o llamar ayuda, o en el peor de los caso, rendirse.
Los hombres afuera empezaron a moverse. Luego de rodear el lugar, unos cinco se dirigieron a la entrada principal, con intención de derribarla; mientras, otros tantos, estaban con intención de romper los vidrios, con la culata de sus fusiles.
Anthony cerró los ojos. Eduardo, llevaba a Daniel y Catherine hacia el baño, para esconderlos allí.
- Quédense acá, no hagan ruido, hasta que todo pase- les dijo serio, haciendo de una vez por todas el papel de hermano mayor
- Sí Andrés- respondió asustada su hermana.
Comenzaba a llover de nuevo. Los hombre de la compañía, luego de la orden de Bernard irrumpieron en la casa. Los primeros derribaron la puerta, mientras los otros entraron con gran estrépito por las ventanas, dejando un destrozo inmenso.
El primero en reaccionar fue Ángelo, quien se abalanzó velozmente sobre uno de los soldados, noqueándolo con una patada puesta en la quijada. Sus amigos habían entendido el mensaje: defenderse como pudieran.
Anthony, levantó con su mente uno de los sillones, lanzándolo contra los hombre que los atacaban, que por una extraña razón no abrían fuego. Belén, se desapareció del lugar, a la vista de su hermano, quien supo que pensaba hacer, pedir ayuda.
- ¡Cuidado!- gritó Damián a su hermano, quien, elevándose del suelo, escapo del agarre de uno de los soldados que los atacaban.
- Gracias- decía desde arriba Cristóbal sin tomar atención al soldado que con un rifle distinto le disparaba. Cristóbal luego de unos segundos desfalleció en el suelo con estrépito, completamente sedado.
Damián corrió a auxiliar a su hermano, más una jeringa apuñaló su cuello en el camino. Lo habían capturado.
Felipe, quien se había refugiado tras la muralla junto al baño, al ver esto, llamó por teléfono a Bernard cumpliendo su parte, avisarle que la misión estaba siendo un éxito, ahora la retirada.
Los soldados, al oír las instrucciones de Bernard, a través de su audífonos, comenzaron a retirase. Ángelo y Anthony, habían podido deshacerse de ocho de los tipos, más salían más y más soldados, los que ahora, emprendían la retirada, con los cuerpos de los hermanos Cortés, sedados.
- No se los llevarán-dijo Eduardo, tomando a uno de ellos por la espalda, el que defendiéndose, se lo sacó de encima, dándole un puñetazo en la quijada de regalo.
Ya afuera, los soldados comenzaron a volver a sus vehículos, con l intención de retirarse. Los chicos, en tanto habían salido, con la intención de impedir que se llevaran a Cristóbal y Damián.
- Tengo una idea- dijo Anthony- yo levanto el auto, y tu Ángelo corres hacia él y sacas a los cabros, ¿OK?
- OK- corroboró su amigo.
- ¿Y yo?- dijo Eduardo.
- Chino…. Tu, cuida a tus hermanos- respondió Felipe, fingiendo estar herido en un costado.
Eduardo bajo los escalones, volviendo al interior de la casa. Corrió hacia el baño, donde había dejado a sus hermanos. Más, no estaban allí. Pensaba en su interior: “No por favor, otra vez no”. Recorrió la casa entera y no estaban, la lluvia se incrementaba.
Salio despavorido, topándose con otro inusual espectáculo: Ángelo y los demás, tirados en el suelo heridos, en el centro vio Daniel y Kathy, de espaldas hacia él. Los autos estaban en el suelo, con las llantas pinchadas. De pronto apareció Belén, quien había teletransportado los hermanos Cortés, fuera de preligo. Daniel miró a su hermana y le dijo: “Ahora”.
La lluvia paraba de pronto. Katherine se elevaba del suelo, impulsada por el viento bajo sus pies. Sus ojos se tornaron completamente de blanco, como si estuvieran desorbitados.
La hermana de Eduardo levantó los brazos. En respuesta a ello, del cielo un gran rayo cayó con ira sobre los autos, haciéndolos estallar al instante.
Eduardo caía de rodillas, de nuevo el fuego. Pero ahora estaba a su favor, sus amigos al fin estaban a salvo.
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